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Nurit Kasztelan
Tanto

Eterna Cadencia


Páginas: 160
Formato: 14 x 22 cm
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789877123012

Helena abandona la ciudad para pasar una temporada en el campo. No sabe qué quiere, ni qué le sobra, ni qué le falta, pero está buscando. Viaja preparada: lleva un par de libros, sus cuadernos, ropa, algunos víveres, una caja de fotos; no necesita más. De a poco pareciera percibir el paso del tiempo de otra manera, se orienta por la ubicación del sol, por la densidad del viento. El canto de los pájaros ya no es una masa sonora amorfa, sino que cree reconocer a un benteveo, a un chimango, a un zorzal. Y por supuesto llega también un tiempo de siembra: se guía por lo que leyó en un librito de yuyos y así elige una porción de tierra especial, saca las malezas, planta zanahorias. Hay algo transformador en la convivencia con la naturaleza. Pero le va mal el campo. No quiere irse, tampoco siente que deba quedarse. Algo está pasando en las nubes a su favor y el hilo de los pensamientos se le desordena cada vez más. Entre las voces de naturalistas decimonónicos, viajeros y poetas, Nurit Kasztelan compone una primera novela tan bella como cautivante y se detiene en la extraña monotonía que solo un paisaje ajeno, pero a la vez familiar, puede generar.

Tanto

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Páginas: 160
Formato: 14 x 22 cm
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 9789877123012

Helena abandona la ciudad para pasar una temporada en el campo. No sabe qué quiere, ni qué le sobra, ni qué le falta, pero está buscando. Viaja preparada: lleva un par de libros, sus cuadernos, ropa, algunos víveres, una caja de fotos; no necesita más. De a poco pareciera percibir el paso del tiempo de otra manera, se orienta por la ubicación del sol, por la densidad del viento. El canto de los pájaros ya no es una masa sonora amorfa, sino que cree reconocer a un benteveo, a un chimango, a un zorzal. Y por supuesto llega también un tiempo de siembra: se guía por lo que leyó en un librito de yuyos y así elige una porción de tierra especial, saca las malezas, planta zanahorias. Hay algo transformador en la convivencia con la naturaleza. Pero le va mal el campo. No quiere irse, tampoco siente que deba quedarse. Algo está pasando en las nubes a su favor y el hilo de los pensamientos se le desordena cada vez más. Entre las voces de naturalistas decimonónicos, viajeros y poetas, Nurit Kasztelan compone una primera novela tan bella como cautivante y se detiene en la extraña monotonía que solo un paisaje ajeno, pero a la vez familiar, puede generar.