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A.B Grimod de la reyniere
Manual de anfitriones y guia de golosos (O)

Tusquets


Páginas: 184
Formato:
Peso: 290.0 kgs.
ISBN: 9789876705066

Grimod de la Reynière fue ni más ni menos que el primer periodista gastronómico de la historia. Antes de la Revolución francesa se dio a conocer como goloso excéntrico, dotado de bastante genio publicitario, organizador de fastuosos banquetes en su espléndida villa de los Campos Elíseos, hoy embajada de los Estados Unidos en Francia. En esa época, dilapidaba la fortuna familiar y era un joven «burgués progresista». La Revolución, sus austeridades y su sangrienta violencia lo decepcionaron, y cuando levantó cabeza con el Directorio y sobre todo con los refinados fastos del Imperio, fue para inventar los primeros periódicos gastronómicos de la historia, sus célebres Almanaques. Pero ya sea en los Almanaques o en el admirable Manual de anfitriones, Grimod de la Reynière fue algo más que un amable cronista de restaurantes: fue un ideólogo consciente y eficaz para la clase que había sustituido a la aristocracia en el poder. Él, mejor y antes que nadie, supo comprender hasta qué punto esa clase necesitaba un «estilo» y un savoir vivre propios, si quería realmente instalarse y perdurar. En este sentido fue, mucho más que Napoleón, el modelador de la burguesía al establecer las fronteras en los usos y costumbres de cocina y mesa, más allá de los cuales se acababa el mundo de la «gente honesta» y comenzaba la barbarie.«Figura eximia de los siglos XVIII y XIX, Grimod de la Reynière puede codearse con lo más insigne de su tiempo, Sade incluido. Más allá de la cocina, hoy se lo relee como a un cronista agudo de su época. Él mismo fue el primero en entender la cocina como un hecho voluptuoso (casi sexual) y, al mismo tiempo, como un fenómeno semiológico. En este sentido, su modernidad sorprende.» Del «Prólogo» de Xavier Domingo

Manual de anfitriones y guia de golosos (O)

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Grimod de la Reynière fue ni más ni menos que el primer periodista gastronómico de la historia. Antes de la Revolución francesa se dio a conocer como goloso excéntrico, dotado de bastante genio publicitario, organizador de fastuosos banquetes en su espléndida villa de los Campos Elíseos, hoy embajada de los Estados Unidos en Francia. En esa época, dilapidaba la fortuna familiar y era un joven «burgués progresista». La Revolución, sus austeridades y su sangrienta violencia lo decepcionaron, y cuando levantó cabeza con el Directorio y sobre todo con los refinados fastos del Imperio, fue para inventar los primeros periódicos gastronómicos de la historia, sus célebres Almanaques. Pero ya sea en los Almanaques o en el admirable Manual de anfitriones, Grimod de la Reynière fue algo más que un amable cronista de restaurantes: fue un ideólogo consciente y eficaz para la clase que había sustituido a la aristocracia en el poder. Él, mejor y antes que nadie, supo comprender hasta qué punto esa clase necesitaba un «estilo» y un savoir vivre propios, si quería realmente instalarse y perdurar. En este sentido fue, mucho más que Napoleón, el modelador de la burguesía al establecer las fronteras en los usos y costumbres de cocina y mesa, más allá de los cuales se acababa el mundo de la «gente honesta» y comenzaba la barbarie.«Figura eximia de los siglos XVIII y XIX, Grimod de la Reynière puede codearse con lo más insigne de su tiempo, Sade incluido. Más allá de la cocina, hoy se lo relee como a un cronista agudo de su época. Él mismo fue el primero en entender la cocina como un hecho voluptuoso (casi sexual) y, al mismo tiempo, como un fenómeno semiológico. En este sentido, su modernidad sorprende.» Del «Prólogo» de Xavier Domingo